Hay días en que me quedo solo y me gusta. Siempre he creido que soy capaz de vivir conmigo mismo sin problemas. En esos momentos puedo pensar en cualquier cosa, encerrarme en mi [cerebro en renta] y simplemente dejar que los habitantes de ese espacio me platiquen sin interrupciones externas. Eso es muy bueno.
Hay otros días que la soledad no es tan bienvenida. Días como hoy.
Hoy en verdad queria estar solo. Tenía ganas de quedarme en mi [cerebro en renta] y no regresar hasta mañana. El camino al trabajo fue lento, casi interminable. El ritmo de mi trabajo me dió un poco de movimiento, casi el suficiente para olvidarme de que quería estar solo. Pero no lo necesario para conseguir el objetivo.
Así que me quedé solo en medio de un montón de personas. Todas querían hablar conmigo, mi presencia en este lado de la realidad era obligatoria y las voces al interior me pedían atención. Teniamos temas muy importantes que discutir. O más bien un tema muy importante que discutir. Lamentablemente le tuve que pedir a las voces que se quedaran en silencio, que meditaran el problema por mí y les prometí que más tarde lo discutiriamos.
Las horas pasaron y yo seguía rodeado de personas. Las voces se desesperaron y volvieron a emitir ruidos, y el tema de suma importancia regresó a la superficie. Les pedí, no, les supliqué que me dieran oportunidad de quedarme solo para poder dedicar toda mi atención a sus palabras, pero no estaban dispuestas a ceder. El tema era importante en ese momento. El tema es importante ahora mismo. El tema será importante mañana. ¿Cómo no hablar de él?
Así que no me quedó más remedio que partirme en dos y escuchar en ambas direcciones. La gente a mi alrededor seguía necesitando mi atención o mi opinión, y las voces querían seguir discutiendo el tema. Poco a poco me fui acostumbrando a el doble ruido y salí adelante. Al menos en el exterior.
Ya está terminando el día y estoy otra vez solo. Eso es bueno porque el ruido externo cedió. Tengo algunas horas para dejar que las voces vuelvan a tomar control total. Les abró las puertas de par en par y se empiezan a acomodar en la sala central del [cerebro en renta].
- El tema es importante - me remarcan una vez más.
- Lo sé - les contesto un poco molesto. - No tienen que repetirlo a todo momento.
- Entonces, ¿por qué no querías hablar del tema hace rato? - preguntan aunque saben la respuesta. Así son las voces que habitan por aquí.
- Porque si me pongo a hablar del tema con ustedes todo el día no puedo pensar en lo demás. -
- ¿Y eso es malo? Después de todo piensas en el tema todo el día - sus preguntas siempre son molestas porque son ciertas.
- No, para nada es malo. Solo que pensar en el tema y hablar de él todo el día me hace sentir más solo, y eso es justo lo que no quiero. Odio sentirme solo en medio de la gente. - es mi respuesta final antes de dejarles la posesión total del lugar hasta el día de mañana.
Las voces se quedan en silencio en lo que salgo. Se acomodan, comienzan a platicar en voz baja, como si esperaran que no las escuchara.
- Sería más fácil que lo aceptara - dice una de ellas. - Aunque lo niegue si quiere hablar del tema. - dice otra.
Una pequeña voz al fondo del cuarto se alza en cuanto las otras dejan que quejarse.
- Entiéndanlo - dice. - No le gusta sentirse solo en medio de tanta gente, menos cuando el tema es ella. - Las demás voces entienden y siguen la plática. Después de todo, el tema es muy importante.
[soundtrack: Matchbox Twenty - Bright Lights]
Hay otros días que la soledad no es tan bienvenida. Días como hoy.
Hoy en verdad queria estar solo. Tenía ganas de quedarme en mi [cerebro en renta] y no regresar hasta mañana. El camino al trabajo fue lento, casi interminable. El ritmo de mi trabajo me dió un poco de movimiento, casi el suficiente para olvidarme de que quería estar solo. Pero no lo necesario para conseguir el objetivo.
Así que me quedé solo en medio de un montón de personas. Todas querían hablar conmigo, mi presencia en este lado de la realidad era obligatoria y las voces al interior me pedían atención. Teniamos temas muy importantes que discutir. O más bien un tema muy importante que discutir. Lamentablemente le tuve que pedir a las voces que se quedaran en silencio, que meditaran el problema por mí y les prometí que más tarde lo discutiriamos.
Las horas pasaron y yo seguía rodeado de personas. Las voces se desesperaron y volvieron a emitir ruidos, y el tema de suma importancia regresó a la superficie. Les pedí, no, les supliqué que me dieran oportunidad de quedarme solo para poder dedicar toda mi atención a sus palabras, pero no estaban dispuestas a ceder. El tema era importante en ese momento. El tema es importante ahora mismo. El tema será importante mañana. ¿Cómo no hablar de él?
Así que no me quedó más remedio que partirme en dos y escuchar en ambas direcciones. La gente a mi alrededor seguía necesitando mi atención o mi opinión, y las voces querían seguir discutiendo el tema. Poco a poco me fui acostumbrando a el doble ruido y salí adelante. Al menos en el exterior.
Ya está terminando el día y estoy otra vez solo. Eso es bueno porque el ruido externo cedió. Tengo algunas horas para dejar que las voces vuelvan a tomar control total. Les abró las puertas de par en par y se empiezan a acomodar en la sala central del [cerebro en renta].
- El tema es importante - me remarcan una vez más.
- Lo sé - les contesto un poco molesto. - No tienen que repetirlo a todo momento.
- Entonces, ¿por qué no querías hablar del tema hace rato? - preguntan aunque saben la respuesta. Así son las voces que habitan por aquí.
- Porque si me pongo a hablar del tema con ustedes todo el día no puedo pensar en lo demás. -
- ¿Y eso es malo? Después de todo piensas en el tema todo el día - sus preguntas siempre son molestas porque son ciertas.
Las voces se quedan en silencio en lo que salgo. Se acomodan, comienzan a platicar en voz baja, como si esperaran que no las escuchara.
- Sería más fácil que lo aceptara - dice una de ellas. - Aunque lo niegue si quiere hablar del tema. - dice otra.
Una pequeña voz al fondo del cuarto se alza en cuanto las otras dejan que quejarse.
- Entiéndanlo - dice. - No le gusta sentirse solo en medio de tanta gente, menos cuando el tema es ella. - Las demás voces entienden y siguen la plática. Después de todo, el tema es muy importante.
[soundtrack: Matchbox Twenty - Bright Lights]
No hay comentarios:
Publicar un comentario