jueves, enero 27, 2011

Cuando la palabra nunca llegó...

Debo decirlo. Volver a escribir en este espacio es un poco más complicado de lo que alguna vez llegó a ser. Y todo por culpa del silencio.

Si recuerdan mi entrada pasada (la "Poesía para nada XI"), en ese poema hablaba de como todo lo que estaba construyendo dependería de una palabra. Ese poema era completamente personal y muy actual, pues literalmente había pasado un tiempo construyéndome una historia y un montón de cosas en la mente, y todo eso dependería de una sola palabra, la cual esperaba escuchar en algún punto en el (entonces) futuro cercano.

Resulta que esa palabra nunca llegó.

Es más, debo decir que no solo no llegó, simplemente no hubo nada. Puro silencio.

Eso definitivamente causó un revuelo en este [cerebro en renta], sus habitantes y el que ahora mismo está escribiendo. Debo decir que dicho revuelo fue tan grande que amenazó con la misma existencia de este lugar, y por eso todos los que aquí viven decidieron refugiarse, esperar pacientemente a que el caos se detuviera, y una vez pasada la tormenta, salir de a pocos y comenzar a reconstruir.

La tarea no ha sido fácil, pero se ha ido logrando. Tanto ha sido el avance que ahora mismo están leyendo algo. Eso es un triunfo para todos los que aquí habitan.

Así que ahora mismo hay una pequeña celebración al interior del [cerebro en renta]. El lugar no es exactamente igual a como era hace unos meses, las cosas siguen un poco revueltas y tal vez nunca se recupere el estado original. Pero los habitantes así lo quieren. El hecho de que este lugar no sea igual es muestra clara de que aquí hubo una revolución. Cierto, se perdió, pero la revolución existió.

Una revolución iniciada por un silencio.

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