miércoles, agosto 15, 2012

Una flor en el desierto...

Debo confesar algo: viajar en transporte público en México es una de las experiencias más desagradables de que hay. De verdad. El servicio es malo, los choferes manejan extremadamente mal (habrá excepciones, pero no recuerdo haberme subido en un transporte manejado por una de esas excepciones) y no es raro que durante el viaje se lleve uno un susto porque puede sufrir un accidente. Suena exagerado pero es cierto.

El problema es que uno necesita usar ese transporte. Y como ya hay experiencia pues uno ya está preparado para lo que viene. Y hoy al moverme del lugar donde estoy tomando un curso a mi sitio de trabajo no fue la excepción: el chofer iba muy rápido y en al menos una ocasión pensé que íbamos a chocar. 

Y fue cuando en ese viaje cuando pasó algo poco usual.

Una persona le hizo la parada al autobus, y este se detuvo algo brusco. Curiosamente la persona que le había hecho la señal no se subió, solamente había hecho la seña para que una chica invidente pudiera abordar. La persona la ayudó a subir y confirmó que el autobus era el adecuado. El chofer respondió amablemente que era la ruta indicada y esperó pacientemente a que la chica subiera. De hecho no avanzó hasta que ella se encontraba sentada. algo que solamente sucedió cuando ella subió. 

Por eso titulé esta entrada "una flor en el desierto". El chofer manejó mal desde que me subí (seguramente desde antes) y siguió manejando todo el resto del camino, pero cuando esta chica subió él tuvo la amabilidad de esperar a que se sentara para arrancar. Dentro de todo lo malo que fue el viaje y el servicio del chofer, hubo un buen momento. 

Y la verdad lo agradezco. No tuvo que ver directamente conmigo, pero cuando menos me deja ver que aùn quedan pequeñas rendijas de amabilidad en la gente.

Eso, la verdad, ya es ganancia en este desierto llamado ciudad.
 

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